El lado más humano de Carlos Adyan, el carismático presentador de En casa con Telemundo
Su carisma, naturalidad y talento frente a las cámaras han llevado a Carlos Adyan a presentar diariamente su propio programa en la televisión nacional, En casa con Telemundo (Telemundo), con tan solo 25 años, demostrando con su ejemplo que la juventud no está reñida con la preparación ni con el éxito. "Yo empecé haciendo el tráfico y he ido creciendo dentro de la cadena, por eso le agradezco tanto a Telemundo en primer lugar y a la gente por acogerme", expresa en entrevista con People en Español el conductor puertorriqueño, quien desde hace aproximadamente un año lleva entretenimiento y consejos útiles a los hogares de miles de hispanos en compañía de Ana Jurka de lunes a viernes por la pantalla de la cadena hispana con un show en el que se desenvuelve como pez en el agua. "Este programa me da a mí la oportunidad de ser como soy yo, entonces justamente por eso es que me ven tan feliz, tan risueño e interactuando tanto con los artistas”, asegura. Pero, como todo ser humano, Carlos tiene a sus espaldas una historia de vida que, en su caso, es especialmente inspiradora. Una historia que inició cinco lustros atrás en su natal Puerto Rico con un niño extrovertido al que le encantaban las manualidades y pasar los fines de semana en la casa de playa de su familia, y que continúa en Estados Unidos –país al que emigró con 15 años– con un adolescente tímido y reservado que tuvo que vencer sus miedos –y la discriminación que sufrió durante sus primeros meses en el país– para volver a ser la persona que siempre fue. Hoy, convertido en un joven auténtico, soñador y con mucha hambre de aprender y seguir creciendo en todos los ámbitos de su vida, Carlos escribe el mejor capítulo –hasta ahora– de su vida, uno en el que su trabajo –ese que tanto le apasiona y le motiva– ocupa gran parte de su atención, sin descuidar por supuesto su lado más personal, donde su familia, sus amigos y el deporte mantienen su corazón latiendo feliz y a buen ritmo.
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De gordito a galán
De pequeño fui gordito. Cuando cumplí como 14 años me quitaron los braces y dije: 'Ya me tengo que poner bonito, ya no puedo ser el gordito de la clase, tengo que ponerme para lo mío'. Y desde ese entonces el estado físico se convirtió en algo importante para mí. Afortunadamente, no vengo de familia obesa, pero yo sí lo era, entonces sufrí un poco de bullying. No me duele hoy día nada de eso porque siento que también me sirvió como para preocuparme por mí mismo.
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Adolescente introvertido
Cuando me mudo con 15 años a los Estados Unidos de ser el presidente de mi clase en Puerto Rico y el niño más atrevido del mundo me convertí en un gusanito que se escondía en el aula de clases porque no quería hablar. Yo me mudé en un décimo grado, entonces para mí el décimo grado fue la pesadilla más grande de mi vida porque sentí racismo también. Muchas veces suena a cliché cuando dicen 'me sentí discriminado', pero yo sí me sentí discriminado. Yo jugaba volleyball en Puerto Rico y era superdestacado y acá todos mis compañeros de volleyball eran americanos y se burlaban mucho de mi acento y eso a mí me chocaba bastante y de ahí venía mi inseguridad, más que nada porque yo era el único latino. Pero nada de eso me detuvo y ya en grado 12 dije: 'Yo tengo que ser quien soy'. Y me convertí en el presidente de la Sociedad Nacional de Honor, fui sacando esos miedos que me estaban atando y seguí siendo quien era yo.
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Su gran ejemplo
A mi mamá le agradezco, en primer lugar, el hecho de atreverse a mudarse a los Estados Unidos. Pasamos por mucho. No teníamos ni coche, de venir de ser una familia muy pudiente en Puerto Rico llegamos a Orlando a ser gente que ni carro tenía [...] Eran cosas muy vergonzosas, pero que me hicieron crecer a mí como ser humano al final del día. Entonces a mi mamá le agradezco el hecho de tomar riesgos con mi hermano pequeño y conmigo y ser tan valiente.
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El hermano del medio
Desde pequeños los tres fuimos muy unidos; sin embargo, cuando mami se muda a los Estados Unidos mi hermano pequeño y yo nos mudamos con ella y mi hermano grande se quedó en Puerto Rico, entonces aunque con los dos la relación es muy linda y nos confiamos todo, con el pequeño viví esos momentos difíciles que me unieron mucho a él porque era como el bebé, el protegido de la casa, y estábamos en un país que no conocíamos. Con él siento mucha empatía porque me parece un chico valiente. Afortunadamente ya estamos todos unidos en Miami.
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¿Iba para político?
Yo siempre con mi abuelita veía a María Celeste y a Myrka Dellanos en Primer impacto, era como algo fiel que teníamos a las 11 de la noche, entonces eso me marcó a mí mucho. Sin embargo, a pesar de que siempre supe que quería ser un comunicador, yo soñaba con ser político. En mi familia son muy apasionados por la política y eso yo lo heredé. Pero ya cuando me mudé a Estados Unidos la política de acá no me llenaba tanto como la de mi país y fue ahí cuando saqué mis dotes de comunicador y dije al ver los shows de televisión hispana: 'Con esto es con lo que yo me siento cómodo, esto es lo que realmente quiero hacer'.
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Disciplinado con el ejercicio
Para mí es importante levantarme en la mañana y cuidarme físicamente. Se convirtió en algo fundamental en mi vida. Y no solamente ir al gimnasio, también en la pandemia me hice superfanático de la bicicleta y del padel. Y lo hago porque cuando uno se siente bien con su cuerpo, consigo mismo, uno está en paz, entonces eso es lo que me está pasando ahorita y me estoy cuidando. Lo único es que peco un poco con la comida porque, como mismo hago ejercicio, como bastante, entonces ahí es donde tengo el único problema y por lo que no tengo abdominales (ríe).
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El mejor amigo
Soy una persona que se preocupa mucho por el entorno. Mis amistades y mi círculo cercano estarán de acuerdo con eso. Si a alguien le hace falta un sastre yo ahí tengo el número del sastre y llamo para que lo atiendan superbien, si a alguien le hace falta comida ahí voy yo. En cuanto a mi círculo de amistades soy superentregado. Por ejemplo, en la pandemia hubo varios de ellos que no pudieron celebrar el cumpleaños y yo les hice una sorpresa en mi casa.
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Experiencia de trabajo con Marc Anthony
Trabajar con él fue una experiencia de mucho crecimiento. Esa oportunidad llegó en un momento que yo siento que me hacía falta. Tenía 19 años apenas, entonces me faltaba solidificar algunas partes de mi madurez, y fue la oportunidad perfecta para hacerlo. Marc Anthony era un tipo maravilloso. Creo que como jefe muchos lo querrían porque, a pesar de que era exigente, se preocupaba mucho por su equipo de trabajo. Pero no era lo mío, no era lo que yo quería hacer. Yo no quería ser asistente personal de un artista y lo descubrí cuando fui asistente personal de un artista. Sin embargo, me sirvió como trampolín para mi otra aventura.
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Tiempo libre
Todas las noches cuando llego a mi casa veo el show que hago diariamente porque para mí es importante mejorar cada una de las cosas que hago mal y creo que eso ha sido parte fundamental de mi crecimiento. Para mí, mi trabajo también es mi pasatiempo favorito. Si a mí me dicen: 'Carlos trabaja 20 horas', yo trabajo lo que haga falta porque me apasiona mucho lo que hago. Entonces invierto mi tiempo libre en eso, en revisar las cosas que estoy haciendo mal. Y también me gusta desconectarme un poco. A veces tomo un tiempo para hacer literalmente nada, o sea para quedarme con una vela encendida en mi casa, cocinar, hacer ese tipo de cosas que me desconectan. Amo la cocina, soy superpasional por la cocina desde pequeño.