Desastres en el Oscar

Para la entrega de 1989, la actriz estadounidense se aventuró a diseñar su propio traje. El resultado fue un desastre total. Menos mal que no decidió diseñar una línea de ropa.

En 1987 la actriz británica se confundió de evento y pensó que iba a una fiesta de brujas. ¡Qué horror!

La actriz y cantante estadounidense es famosa por su gusto estrafalario y en más de una ocasión ha causado sorpresa en el Oscar. ¿Una muestra? este modelito de su buen amigo, Bob Mackie, que se puso para asistir a la ceremonia de 1998, cuyo tocado parecía sacado de una mueblería.

Para ir a la entrega número 73 en el 2001, la cantante islandesa se puso un cisne encima. Este numerito se ha convertido en un clásico cuando de los desastres de la alfombra del Oscar se trata. ¡Y ni hablar de su carterita en forma de huevo!

Aunque por lo general es una de las más glamorosas, la protagonista de Kill Bill sorprendió con su atuendo de muñequita suiza en el 2004.

A su llegada a la ceremonia del 2008, el actor británico y su esposa se veían simplemente espantosos. Pareciera que buscaron a su peor enemigo de estilista.

Para el Oscar del 2004, la protagonista de Something's Gotta Give no podía decidirse entre un disfraz de mimo o de payasito de circo y simplemente combinó los dos.

En la entrega de los premios Oscar del 2005, el actor sí que entendió a la perfección que una de las normas de la moda es que los zapatos combinen con la parte superior de su traje, pero como que se le fue un poco la mano, pues pareció payasito callejero y ni hablar de su colega que combinó su escote con un feo pañuelo.

Como salida de una película de la época del Charleston llegó la actriz francesa a la premiación del 2001. ¡Sólo le faltaba bailar can-can!

Para la entrega del 1969, la actriz y cantante estadounidense se puso un conjunto de pantalón en tela transparente con brillo, que lucía aún más nefasto con ese lazo en el cuello.

Con este saco largo, que se puso en el 2005, el actor estadounidense parecía un mago. Su camisa era de un fucsia tan intenso que hacía daño a la vista. Para colmo, en lugar de una corbata de moño, se puso un lacito graciosísimo.

Olvidar el tuxedo de la intérprete puesto al revés es más difícil incluso que olvidar la tonadita de "My Heart Will Go On".

Tal parece que en 1991 el rockero estadounidense y su esposa, Dorothea, se gastaron sus ahorros en fijador para el cabello y ya no les quedó para comprar un espejo.