Como sucediera hace 10 años a su llegada a Estados Unidos, la carismática presentadora dominicana volvió a vender ollas este lunes en Nueva York, en esta ocasión por una bella causa.
Anuncio
Francisca
Francisca Lachapel regresó con un noble propósito al lugar donde vendía ollas
| Credit: Instagram Francisca; Despierta América

La historia de vida de Francisca Lachapel es el vivo retrato del sueño americano. La carismática conductora dominicana decidió a sus 20 años dejar atrás su país de origen, República Dominicana, para empezar una nueva vida sola en Estados Unidos. "Fueron unos momentos muy duros porque yo estaba sola. Yo pasé hambre. Lo puedo decir en un país de tanta abundancia que la gente dice que no. Yo duré un año completo con mi maleta exactamente como yo la traje de Santo Domingo porque yo no podía desmontarme en ningún lugar porque yo no sabía en el momento que me iba a ir de ahí porque no tenía dinero a veces para pagar", llegó a contar entre lágrimas en su momento durante su audición en Nuestra Belleza Latina, el exitoso programa de telerrealidad de Univision que vio nacer su exitosa carrera en la televisión en 2015.

Varios años antes de su triunfo en NBL, Francisca encontró su primer trabajo en Estados Unidos como vendedora de ollas, profesión que ejercía en Nueva York y a la que regresó este lunes –casi una década después– de la mano del programa Despierta América (Univision) por un día con el más noble de los propósitos: recaudar dinero para un televidente que lo necesita.

"Aquí en esta misma calle muchos de ustedes seguro me vieron, ahí yo ponía mi puestecito y vendía mis ollas", comenzó compartiendo emocionada la conductora. "Llegué un 28 de agosto del 2010 y esto por mucho tiempo llevó comidita pa mi estómago. El día de hoy vamos a estar en este mismo lugar donde yo vendía ollas pero vendiendo ollas para una buena causa".

Como en los viejos tiempos, la presentadora armó en la calle su puesto de ollas con la ayuda de su compañero Raúl González para comenzar a venderlas a los transeúntes que pasaban por el lugar.

"Son demasiadas emociones en este momento", admitió Francisca. "Mi corazón siente alegría, siente también nostalgia, mucha nostalgia. Me acuerdo de esta muchachita que andaba desde esa esquina hasta allá tratando de parar a la gente para que me diera el número de teléfono para yo ir a su casa a vender esa ollita. Me siento tan agradecida y tan bendecida porque mi Diosito me dio la oportunidad de hoy cumplir y vivir mi más grande sueño".

"No les puedo explicar cómo me siento, llegan tantas memorias a mi cabeza. Aquí en esta misma equinita fui feliz, me reí, también lloré, me paré muchas veces con hambre, entonces regresar no tiene precio para mí", aseveró la esposa de Francesco Zampogna y mamá de Gennaro.