A la vez que regresa a la pantalla chica como la mala de la película, la actriz vuelve a México para cerrar el círculo de su secuestro
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"Laura es audaz, fuerte y está comprometida con su propia verdad, enfrentando su propia familia", afirma la actriz Gloria Mayo.
Credit: Omar Cruz

Sola en el cuarto de un hotel de Nueva York, Laura Zapata se daba los toques finales para asistir a una gala donde sería una de las homenajeadas de la noche. La ocasión era como para celebrar, pues no es todos los días que alguien recibe un premio por su trayectoria artística. Pero el rostro de Zapata no reflejaba felicidad esa tarde a finales de mayo. “Estaba en mi cuarto y decía: ‘Ay, Dios mio, ¿por qué tan sola? Mis hijos están en México, me encantaría tener una pareja conmigo, con quien compartir, mi familia está deshecha' “, recuerda Zapata, quien al llegar a la entrega de los premios Sin Límite, en el Centro Boulton de Long Island, NY, fue recibida con una ovación que la llevó a las lágrimas y a compartir su estado de ánimo con todo el público. “Les dije: ‘Dios me acaba de responder hoy, a través de ustedes, que no estoy sola. Tengo mucha gente que me ama'. Tenía un teatro de pie, dándome una ovación de amor”.

Los aplausos y su regreso a las telenovelas en su clásico rol de la villana más villana, han sido una especie de gasolina para Zapata en los casi tres años desde que ella y una de sus hermanas, la escritora Ernestina Sodi, fueron secuestradas en su natal México. Con las grabaciones de la novela Soñar no cuesta nada (Univisión) concluidas en Miami, Zapata, de 48 años, se prepara para terminar su estadía en esa ciudad y regresar a México para enfrentar el trauma de su secuestro frente a sus compatriotas.

Después de muchos contratiempos –incluida la negativa de Sodi y de la hermana de ambas, la cantante Thalía, de que la obra sobre el secuestro fuera puesta en escena– Cautivas finalmente debutará a finales de agosto en el Teatro Helénico de Ciudad de México. “Ella es una señora hecha en las tablas, no sólo domina la televisión, sino también el teatro por la capacidad que tiene”, dice Tito Rojas, uno de los directores de Soñar no cuesta nada. Agrega otro director, Yaki Ortega: “Es el ejemplo de una gran actriz que hace creíble todo lo que tiene que decir”.

Zapata asegura que su regreso a las tablas en su país, recientemente sacudido por la muerte de la actriz Mariana Levy luego que ésta presenciara un asalto a mano armada en la calle, es una obligación. “Me voy a subir a un escenario y le voy a dar todo a la gente, al público que hizo cadena de oración, que me bendijo tanto, que lloró tanto por mí”, dice Zapata. “No va a ser una obra para que digan: ‘Ay, pobrecita, Laurita Zapata, cuánto la queremos'. No. Voy a hacer una obra de denuncia. Voy a denunciar”.

Su regreso a México también implicará el reencuentro con sus dos hijos: Claudio, de 19 años, y Patricio, de 16. Mientras Zapata grabó Soñar… en Miami por unos nueve meses, sus hijos permanecieron con su padre en México. La separación de ellos, así como la separación entre ella, Sodi y Thalía tras el secuestro, no ha sido fácil para Zapata.”¿Me gustaría reconciliarme con mis hermanas? ¡Claro! Las amo, las adoro, son mi sangre”, asegura la actriz, quien sí se mantiene en contacto con la madre de las tres, Yolanda Miranda. “Pero si no es para estar en amor, mejor esperar hasta que cada herida se cure, cada herida se cierre”.

¿Volverán a estar tan unidas como antes? “De repente pasó que la familia que parecía tan unida no era tan unida”, dice Zapata, pausada y seriamente. “Fue como un golpe, un revés familiar. Muy fuerte. Muy fuerte”. Y agrega: “Es cuestión de tiempo”.Esas heridas, “sin curita” y “sin protección”, no serán para siempre, aseguró Thalía. “No es mi papel hablar de mi familia porque yo creo que todas las familias del mundo tienen un hermano que es malo o tienen una mamá que es de cierta manera, o ya se peleó la hermana con la otra hermana”, dijo la cantante a PEOPLE EN ESPAÑOL, en febrero. “Yo creo que en todas las familias existe algo. Esta herida va a sanar en algún momento”.

Parte del problema familiar es que Zapata no ha reconocido lo que Thalía hizo por ambas: pagar el rescate a los secuestradores, asegura Sodi. “Una de las cosas que no se ha dicho es que Thalía pagó todo. Mi hermana Laura y yo estamos con vida porque Thalía pagó realmente lo que pidieron los secuestradores”, dice Sodi. “Por algunas cosas de seguridad no se decía, pero la verdad es que ella fue la que sacó la cara”.

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