Graciela Beltrán reclama su lugar
El reloj marcaba las 5:10 de la mañana de un domingo de octubre del año pasado, cuando Graciela Beltrán despertó debido al fuerte golpe que recibió el auto en el que viajaba. Levantó la cabeza para ver lo que pasaba y lo único que vio fue un barranco. Su representante, Marcos López, que conducía por la autopista interestatal 10 en California, se había quedado dormido al volante. “Me acordé de mi familia”, cuenta la cantante mexicana. “Jamás había sentido tanto miedo. Fue horrible”.
Beltrán se fracturó el pie derecho, se lastimó la pierna y el brazo izquierdos y se golpeó la cabeza. Pero ninguno de esos dolores fue tan grande como el que recibió dos días después. Su madre tenía que ser operada de emergencia debido al alto nivel de riesgo de cáncer en varios órganos que los doctores le habían diagnosticado. “No había nada alentador”, recuerda Beltrán. “Pero la fe mueve montañas”.
Hoy, a dos meses de la operación, su madre, Julia Beltrán, está fuera de peligro. “Yo le decía: ‘Tienes que ir conmigo a recibir premios' ”, comenta una Graciela mucho más reconfortada. Uno de ellos son las llaves de la ciudad de Los Ángeles que le serán entregadas el próximo mes de abril, como reconocimiento a sus 20 años de carrera artística.
Para celebrarlos, la cantante sinaloense lanzará al mercado su vigésima producción, titulada Rancherísimas con banda, e iniciará una gira de conciertos por México y Estados Unidos. “Profesionalmente ha logrado mucho”, opina José Behar, presidente y CEO de Univision Music Group, compañía disquera de Graciela. “Es una persona que está muy bien ubicada, sabe lo que quiere”.
Y desde pequeña lo ha sabido. Su madre aún recuerda cuando la menor de seis hermanos, cepillo de cabello en mano a modo de micrófono, se paraba frente al espejo para cantar. “Yo nunca pensé que podría llegar a donde ha llegado, pero todo se fue dando”, cuenta la madre.
Aunque no tan fácil como Graciela lo creía. “Mis inicios son bonitos recuerdos, aunque difíciles por la ignorancia [sobre el negocio]”, dice la llamada reina del pueblo. “Te utilizan, te estafan, te roban. Te dan muchas puñaladas por la espalda”.
Pero todas han sido lecciones que han fortalecido el espíritu y la experiencia de la intérprete que se ha aventurado en un género musical dominado por hombres. “Fue una lucha, no me aceptaban”, asegura Graciela, de 31 años. “Los compañeros me ponían barreras. ¿Qué les iba a hacer yo, una chiquilla?”.
La diminuta mujer de figura proporcionada no se dejó vencer y hoy tiene en su haber 20 discos grabados en diferentes estilos como mariachi, norteño, grupero y banda; y 5 películas. Además, puede presumir de haber compartido el escenario con grandes de la música mexicana como Vicente Fernández y Joan Sebastian. “Yo les abrí mucho paso a todos los que vienen detrás. Fui la primera niña que me aventé al ruedo y funcionó”, dice con firmeza. “Todas mis compañeras en este mismo género tienen que reconocer que yo les abrí muchas puertas porque me impuse, porque orgullosamente represento mi música. Para ellas es bien fácil porque llegaron y ya, pero yo sí batallé mucho”.
Con su permanencia ininterrumpida en la música regional mexicana, la niña mimada de la familia Beltrán nunca se dio por servida. Reconoce que aún le falta mucho por hacer, como un disco de balada pop y una gira de conciertos por Centro y Sudamérica. “No soy conformista en nada. Sé que puedo dar mucho más como artista”, asegura la cantante, quien espera cumplir sus proyectos a corto plazo. Y Behar está muy de acuerdo: “Ella no es una del montón”, dice. “Sobresale porque es Graciela Beltrán”.